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Una educación (4)

Su abuela le trae un libro de biografías para niños. Algo genérico: Personajes de la historia. 200, quizá 300. 

A él le gusta la historia de Trotsky.

Un simpatizante mexicano lo aloja en su casa. Pregunta cómo debe despertarlo al día siguiente: llamarlo «señor» parece propio de otra sociedad; «camarada» quizá resulte demasiado cercano. 

Trotsky -«sonriendo», dice la biografía- le pide que cante «La Internacional». 
Y el texto termina con esas líneas: 

¡Arriba, parias de la tierra! 
¡En pie, famélica legión!

Primero sonríe, también él. Después lee en voz alta, relee. Se queda fijo en las frases. 

«Famélica», eso lo entiende: que tien fame. Y su abuelo le explica que un paria ye un probe.
(Le gusta preguntar palabras a los mayores: paria, inexpugnable, subordinado.) 

Pero no entiende quién puede cantar así, quién decide explicarse así, poniendo en el primer lugar de la definición lo más precario, lo que cualquiera pediría callar. 

Durante varios días regresa al texto, lo aprende, lo repite. 
Hay algo ahí que no logra abarcar. 
Algo que lo evita y, a la vez, lo retiene.

Leonard Home

Nunca decoraron la casa. Quizá por pereza, quizá por economía; ambas, quizá, signo de la poca duración.

Él quiso cambiar una cosa, pese a todo: la escena de caza que habían dejado en el salón otros inquilinos, como cobertura para una mancha de humedad. (Esas escenas de caza que seducen a los caseros, a las parejas de cierta edad y, en ocasiones, a los estudiantes que han leído manuales clásicos de simbología).

Eligió un vinilo de segunda mano: Recent songs. Le gustaba el retrato lento de Leonard Cohen; de algún modo, lo convertía en santo tutelar de la vivienda.

Un año después, ella se mudó. Él, que ya había quitado el vinilo de la pared, puso en su lugar una pequeña bola de discoteca, abollada, que le habían regalado por algún cumpleaños. 

Y ahí sigue, reflejando algunas veces, tenue las más.




Una educación (3)

No suele visitar a estos parientes. En realidad, apenas visita a parientes. Pero acaba por cumplir con ellos, como parte de costumbre. Cada vez que llega a visitarlos, nota algo que no le sorprende, pero que le reclama atención: hablan de un modo distinto al resto de la familia. La lengua menor parece menos rozada, menos gastada que la de otros que viven dos o tres bloques más allá. Así, piensa, que no hay una razón de espacio, no hay un origen o una situación que la conserve. Es algo más sencillo, también más brutal: son dos personas que llevan treinta años solas, hablando entre sí, manteniendo apartado lo que oyeron hasta entonces. Y por eso él, que no quiere ir a la casa para no percibir esa tensión de la soledad, acaba por llegar con atención malsana, sabiendo que recupera algo que no irá afuera, donde el contacto ha erosionado su lengua, la lengua menor.

Una educación (2)

Está pensando, de nuevo, en su amigo. Hoy ha visto la noticia. Por supuesto, allí no se menciona la palabra que se reitera en su mente. Esa palabra y la pregunta: por qué. Sabe que nunca podrá responder, aunque dedicara cada día a esa pregunta. Así que ahora sólo recuerda detalles, como si pudiera completar una imagen, dejar a su amigo fijado por última vez. Sabe que algún día, pronto, tendrá que escribir para no olvidar. Sabe que dudará, que quizá no sea capaz. Pero sabe que ahora tiene un compromiso, que él es su garante y su acreedor.

Una educación

Está intentando escribir un poema de amor, de desamor. Le sorprende comprobar la dificultad que encuentra, mayor que en cualquier otro poema previo. Ya ha representado ese sentimiento otras veces, pero ahora comprende que había algo de impreciso, de genérico en esos intentos. En ocasiones un paisaje lo manifestaba; en ocasiones la palabra seguía la estructura de su confusión. Pero aquello que nunca estaba en el poema era la otra persona, la persona amada y perdida. No estaban sus detalles, sus gestos. No estaban sus movimientos, las precisiones en la mirada, todo aquello que esa persona causaba en él. Por eso, ahora, siente este bloqueo desconocido, que le obliga a tantear una y otra vez las mismas frases. Quizá está descubriendo, tras muchos años de inercia, por qué decidió escribir.

Hombre Lento

Aún no sabemos muy bien qué es "Hombre Lento".
De hecho, sospechamos que sea algún tipo de pueblo o pedanía. Quizá un bloque de apartamentos.
Mientras tanto, podría estar bien acercarse por allí. Se irán oyendo cosas.