Mostrando las entradas con la etiqueta Cosmos. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Cosmos. Mostrar todas las entradas

Lorenzo García Vega (1926-2012): Cursor descontrolado

El como endiablado cursor moviéndose, rewind. Un parpadeo hacia atrás, febril, como una película. Si hubiera seguido con el mismo ritmo que tenía, habría logrado aquellas escenas silentes de mi infancia en que Tom Mix corría en su caballo.

Pues llueve de una manera brutal y, por supuesto, el parabrisas está haciendo todo lo que puede hacer.

Me imagino que soy yo el que está en el volante: el cursor, el rewind junto al parabrisas devorando mi pasado, hasta recorrer todas las millas.

Pero nada más que en un instante coloca, ¡es lamentable!, entre tanta lluvia como está cayendo, su garra el Tigre de lo Invisible. ¡Es lamentable!

Ya que sólo esto le ha bastado al Tigre -tocar con ferocidad instantánea-, para que el cursor se convierta, junto al parabrisas inútilmente disparado, en lo que, trebejo como tareco, sólo sirve para mostrarse con ese zumbido, móvil-inmóvil, de lo que nunca volverá a dar pie con bola...

Dejar atrás el agua





MI MADRE QUERÍA QUE YO NO FUERA CABALLO. Nos sentamos a descansar sobre la hierba fresca observando la reverberación del camino. Necesitabas un potro perfecto, le dije, que se lanzara a galope sin orejeras; necesitabas un hijo que no fuera caballo y no soportara las herraduras... Entonces serías un mulo, me dijo, y continuamos el viaje en silencio.

Yunier Riquenes (1982)



Poemas de RENÉ COYRA, TERESA FORNARIS, EDUARD ENCINA, ALEJANDRO PONCE, LEYMEN PÉREZ, ÓSCAR CRUZ, YUNIER RIQUENES, LEGNA RODRÍGUEZ y KAREL BOFILL.

Ilustración de portada de LAIA ARQUEROS.

aquí, ahora, por suerte, por fuerza

Hace un mes, Edoardo Sanguineti estaba en el café Bandolero, en Córdoba, a un lado de la Mezquita, y nos explicaba a Pablo López Carballo y a mí las referencias, los juegos, las citas encubiertas, las etimologías de sus poemas; festivo, como siempre, porque no vivía en una frialdad del conocimiento, sino en su disfrute. allí pasamos la mañana, con la visita generosa de Juan Vicente Piqueras, revisando y corrigiendo traducciones. después Edoardo salió del brazo de su mujer, Luciana, caminando con su paso irregular, cimentado en unas botas ortopédicas, como de buzo fuera de lugar. y mientras Luciana bromeaba, como siempre, diciendo que era un poeta pesado y pedante, Edoardo aguzó aun más su rostro anguloso y comenzó a hacer un gorjeo de tórtola, como en aquel poema que habíamos traducido, feliz y bromista.
Edoardo cerró Cosmopoética leyendo esta elegía a su amigo, el compositor Luciano Berio, que, ahora, parecía anunciar otro sentido.

PEQUEÑO THRENOS

las habitaciones que nos habitas, ahora (ahora, quiero decir, que nos habitas, allí todo,
de todas formas solo, al fin) están llenas de música: (de música tuya, quiero decir): (de ti,
que fuiste la música, para mí, para todos, tantos años, aquí):
(imagino una especie
de musique d’ameublement, como se solía decir, de tapisserie): (y habrá llegado,
pero esta vez a ti, tu viejo telegrama que decía, creo, “GRACIAS”,
y nada más): (y fuera, crecen flores y flores, me dijo Talía, ayer):
(y
habrás comprobado rápido, seguro, que no hay dios, que no hay diosa, en parte alguna):
(ni una mínima musa de la música, quiero decir, nada): (y te imagino más tranquilo,
un poco, así, no sé):
(pero ya sabías, en fin, que los mortales a los inmortales, está escrito,
desde siempre, no tienen permitido (no tendrían, quiero decir, en todo caso) llorarlos, ni siquiera, nunca):
(pero si es por esto, sin embargo, que lo pensamos: aquí, ahora, por suerte, por fuerza)

Mario Dondero: "Edoardo Sanguineti. Genova, anni sessanta"